“Escuchen: salió el sembrador a sembrar…”. Mc 4, 3
En su predicación, Jesús utiliza muchas parábolas, pues así, con un lenguaje sencillo, él puede comunicar a las personas la riqueza del Reino de Dios y de su propuesta de vida. La parábola del sembrador nos hace pensar en qué tipo de tierra soy: si la del camino, la pedregosa, la que tiene espinos o la tierra buena. Cada una de ellas tiene una relación diferente con la semilla, pero solo la buena llegó a germinar. Cada una tiene su excusa, pero al final lo que cuenta es si producimos o no. Preguntémonos: ¿la Palabra de Dios produce frutos en mi vida? o ¿cuál es mi excusa?
Paz y bien.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.