“Así son ustedes,los fariseos purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenosde voracidad y perfidia”. Lc, 11, 39
La preocupaciónsolo por las apariencias es un problema muy antiguo. El maquillaje puede hacerque un rostro parezca feliz, pero no puede borrar la amargura o el dolor delcorazón ni llenar el alma de paz y serenidad. Es muy cierto que todos nosfijamos primero en las apariencias, pero no nos quedamos en ellas: necesitamosdescubrir lo que hay por dentro. Y ¡cuántas veces nos llenamos de decepción!Cuidemos nuestro corazón. Limpiémoslo de los odios, vicios, celos, envidias,mezquindades y arrogancias… Así nuestra belleza no será una farsa. Paz y bien.