(1818-1894)
Juan Evangelista Birndorfer (Conrado) nació el 22 dediciembre de 1818 en Venushof (Parzham), en las inmediaciones de Passau(Baviera).
En 1832 perdió a la madre, y dos años más tarde alpadre.
En 1837 intentó estudiar con los benedictinos deMetten, (Deggendorf), pero los progresos en su formación académica fueronmínimos.
El 19 de mayo de 1841 entró y profesó en la OrdenFranciscana Seglar.
El año 1849 fue trasladado como postulante alconvento de Altötting.
El 17 de septiembre de 1851 vistió el hábitocapuchino como hermano laico en el convento de Laufen, emitiendo la profesiónreligiosa el 4 de octubre de 1852.
Desde 1852 hasta su muerte fue portero en elconvento de Altötting.
Murió el 21 de abril de 1894 en Altötting.
El proceso de canonización se inició sin demora,concluyéndose en 1930.
Pío XI lo proclamó Beato el 15 de junio de 1930, ylo incluyó en el catálogo de los santos el 20 de mayo de 1934.
Estoy siempre feliz y contento en Dios. Acojo congratitud todo lo que viene del amado Padre celestial, bien sean penas oalegrías. Él conoce muy bien lo que es mejor para nosotros, y de este modoestoy siempre feliz en Dios. Me esfuerzo en amarlo mucho. ¡Ah!, este es muyfrecuentemente mi único desasosiego, que yo lo ame tan poco. Sí, quisiera serprecisamente un serafín de amor, quisiera invitar a todas las criaturas a queme ayuden a amar a mi Dios.
Juan Evangelista, el penúltimo de doce hijos, nacióen Venushof (Parzham) el 22 de diciembre de 1818, siendo sus padres BartoloméBirndorfer y Gertrudis Nieder-Mayerinn de Kindlbach, ricos y devotos campesinosdel valle del Rott. Después de asistir a la escuela primaria en Weng, se quedóhuérfano a los 16 años. En esta situación, junto al trabajo en el campo,procuró intensificar su vida espiritual acomodándose al ritmo que marcaban lasdevociones populares bávaras. En realidad le gustaba mucho participar en lasmisiones populares, procesiones y peregrinaciones, y estaba inscrito en muchosgrupos, cofradías y pías uniones. No dejó nunca de participar en la misa, paralo que llegaba a recorrer una larga distancia. Además conocía todas lasiglesias y santuarios de la comarca.
La devoción lo acompañaba siempre, siendo unaauténtica síntesis viviente de todas las formas de piedad popular bávaras.Incluso durante el trabajo en el campo, mientras daba la vuelta a la hierba conel rastrillo o lanzaba con el aviento el heno, elevaba oraciones al cielo. Comoobservó la mujer de un herrero de Birnbach, "el joven Birndorfer no habíasido educado para ser campesino; él no estaba hecho sino de oraciones,penitencias y limosnas". Pero era un trabajador responsable. Con todo, seconoce poco de su vida seglar y casi nada de su infancia, porque, como escribesu más antiguo biógrafo Wolfgang Beyer, "él no habló jamás de símismo". Se le recordaba como el "angelote del Venus". El cielose traslucía en sus ojos. Sus compañeros evitaban, en su presencia,conversaciones ambiguas y cuando le veían acercarse decían: "¡Callaos, queviene Juanito!".
A la edad de diecinueve años intentó, sin éxito,estudiar en el colegio de los benedictinos de Metten (Deggendorf). En 1841profesó la regla de la Orden Franciscana Seglar. A los 31 años, en 1849, entrócomo hermano terciario en los capuchinos de Altötting y en 1851 inició elnoviciado como hermano laico en el convento de Laufen. Allí se le encargóayudar al hortelano y al jardinero del convento, pero, después de un mes, unconstipado, que se convirtió en bronquitis aguda, le obligó a guardar cama. Asícomenzó aquella molesta asma bronquial con tos que le atormentó durante elresto de su vida. De la dura prueba del noviciado salió hecho ya un capuchinoacabado, de modo que un testigo pudo decir: "Era un capuchino con toda elalma y con todo el cuerpo".
Su empeño e ideal están muy bien documentados en losonce propósitos "hechos con reflexión" en el noviciado, antes de laprofesión, inspirados por el buen sentido de un hombre sólido y concreto, vivoretrato del espíritu capuchino querido y asimilado por fray Conrado. Esospropósitos tratan de la presencia de Dios, del silencio, el sentido de lascruces, el retiro, el amor fraterno, la mortificación de la lengua y de losojos, la puntualidad en el coro, la delicadeza y discreción con las mujeres, yla obediencia y devoción interior a la Virgen. Un martilleante"quiero", estribillo de la santidad, recuerda una y otra vez lavoluntad de fe, de obediencia y de servicio subrayada retrospectivamente por elPoverello de Asís en su Testamento. Se trata de propósitos escuetos ydescarnados que permiten una lectura correcta de muchos hechos y episodios dela vida de fray Conrado de Parzham después de su profesión religiosa (4 deoctubre de 1852), cuando fue enviado de nuevo a Altötting con el oficio deportero del convento de Santa Ana (ahora llamado de S. Conrado), lugar en elque permaneció hasta su muerte, acaecida el 21 de abril de 1894.
Fray Conrado, portero durante cuarenta y un añosjunto al célebre santuario de la Virgen, meta de numerosas peregrinaciones, seconvirtió en el punto de referencia de todo tipo de personas, sobre todo de lospobres, desheredados, atribulados y niños. Al sonido del campanillo él corría,abría, sonreía y se inclinaba sobre las miserias. Daba sin medir y sin juzgar;ignorando a sabiendas las más mínimas leyes económicas. Él daba porque la genteera pobre, y esperaba las peticiones de los pobres como espera la limosna unoque pide. Nadie lo vio triste o nervioso. Se encontraba siempre preparado y dispuesto,a todas las horas del día y en cualquier tiempo o estación. La gente le llamabael "santo portero" y su santidad, hecha de fidelidad heroica y de unafuerte devoción eucarística y mariana, en la simplicidad de la vida cotidiana,estaba envuelta de silencio orante y de caridad constante. Por eso él, influidotambién por su carácter tímido y reservado, hablaba poco, con frases cortas,pero tan llenas de espíritu que con frecuencia compungían y convertían loscorazones. Sus palabras habituales eran: "In Gottes Namen, en nombre deDios", o también "Wie der liebe Gott es will, como el buen Diosquiere". Las frases de fray Conrado podrían formar un pequeño florilegiode breves sentencias.
Esa era su forma de predicar, de aconsejar y deconfortar. Se aplicaba a sí mismo las palabras de la regla de san Francisco:"con brevedad de palabra". Pero el silencio era más elocuente que suspalabras. Su tesoro era la oración y su secreto el silencio, como escribió enuna carta del 3 de octubre de 1873: "Esforcémonos mucho en llevar una vidaverdaderamente íntima y escondida en Dios, porque es algo muy hermoso detenersecon el buen Dios: si nosotros estamos verdaderamente recogidos, nada nos seráobstáculo, incluso en medio de las ocupaciones que nuestra vocación conlleva; yamaremos mucho el silencio porque un alma que habla mucho no llegará jamás auna vida verdaderamente interior". Fray Conrado llegó a ser metódico yordenado como un reloj: todos los días a la misma hora hacía los mismos gestosy daba los mismos pasos. Fidelidad de acero. Llegaba siempre el primero a laoración nocturna y consiguió el privilegio de ayudar a la primera misa en laGnadenkapelle (Capilla de las gracias) y de comulgar todos los días, en unaépoca en que esto no era habitual.
Fray Conrado estaba siempre en movimiento. Su rostroparecía como transfigurado cuando salía de la oración privada, realizadapreferentemente debajo de la escalera de S. Alejo, que era una pequeñahabitación desde donde podía divisar el altar de la iglesia y contemplar elsagrario. Del mismo modo se mostraba radiante cuando llegaba la hora dedistribuir la comida a los pobres; se llegaba a la cocina, y el hermanococinero, observando que fray Conrado metía la cuchara en todas las cacerolas,se lamentaba bromeando: "Tapad las cacerolas, que si no, se llevatodo". Él sonreía y respondía: "Todo lo que se da a los pobres vuelvede nuevo dentro con abundancia". Se trataba de la mejor tradicióncapuchina, reflejo del ejemplo luminoso del Poverello.
A fray Conrado le gustaba leer la Imitación deCristo de Tomás de Kempis o algún otro libro devoto, como las Meditacionessobre la pasión de Cristo del capuchino Martin von Cochem, o el Espejo de lasvirtudes de Agustín Ilg. Solía decir: "La cruz es mi único libro: una solamirada a la cruz me enseña en toda ocasión como tengo que comportarme". Suespiritualidad, límpida y esencial, se concentra toda en estas palabrasautobiográficas: "Mi tenor de vida consiste sobre todo en sufrir y amar encontemplación, y en adorar, contemplar y admirar el amor sin nombre pornosotros pobres criaturas. Yo no llego nunca al fondo de este amor de mi Dios,porque nada me obstaculiza; de este modo siempre estoy unido íntimamente con miamor, y en mis muchas ocupaciones estoy con frecuencia tan íntimamente unidocon él que le hablo, y con la confianza que un niño tiene con su padre leexpongo mis necesidades, mis oraciones, aquello que me preocupa... Estoysiempre feliz y contento en Dios. Acojo con gratitud todo lo que viene delamado Padre celestial, bien sean penas o alegrías. Él conoce muy bien lo que esmejor para nosotros, y de este modo estoy siempre feliz en Dios. Me esfuerzo enamarlo mucho. ¡Ah!, este es muy frecuentemente mi único desasosiego, que yo loame tan poco. Sí, quisiera ser precisamente un serafín de amor, quisierainvitar a todas las criaturas a que me ayuden a amar a mi Dios".
Era pequeño de estatura y en los últimos años searrastraba todo encorvado, con la cabeza casi completamente calva, excepto unatupida barba blanca y una corona de cabellos en la nuca. Así se le representaen la iconografía, con la cruz en la mano o en el acto de distribuir la caridada los pobres. Fue el segundo santo de Alemania (el primero fue san Fidel deSigmaringa) después de la reforma protestante.
Su causa de canonización fue extraordinariamenteveloz, a pesar de que toda la documentación recogida sólo pudo ser enviada aRoma a finales de 1919 por causa de la guerra. Pío XI, que en 1924 favoreció elproceso del "santo portero", lo proclamó beato en 1930 y el 20 demayo de 1934 él mismo lo inscribió en el catálogo de los santos. Este viaje tanveloz y recto trámite de la causa pudo haber parecido fruto de una"voluntad política" determinada, pero fue, en cambio, como dijo elPapa, "el arte divino de Nuestro Señor para preparar, disponer o combinarlas cosas de modo que hagan surgir hechos, acontecimientos y encuentrosfelicísimos".
Con todo, el milagro de la figura humilde del santohermano de Parzham permanece: una vida sin dramas, rectilínea, simple, sinproblemas, casi sin fondo, como una flor silvestre al alcance de todos. Él esun modelo imitable, claro, facilísimo, sin especiales relieves. Es un buencampesino bávaro, pero sin los colores chillones y magros de los bávaros y sinla alegría complicada de la religiosidad barroca. Fray Conrado se desvinculadel catolicismo patriótico, en él no se encuentra ninguna alusión a la patria,ningún nacionalismo. Él representa la propuesta de un mensaje de simplicidad enla "terrible cotidianidad", que adquiere tonos siempre más profundose íntimos y requiere una escucha prolongada y una mirada penetrante.
Su fiesta se celebra el 21 de abril, y es copatrónde la provincia capuchina de Baviera y de Hungría, y patrón de organizacionesjuveniles, de la Obra Seráfica de la Caridad y de la juventud católica deWürzburg.